Iparralde, al norte de Pirineos

Julio de 2022

El extremo occidental pirenaico divide Euskal Herria en Hegoalde (sur) e Iparralde (norte), y aunque hoy el tiempo y esfuerzo necesario para desplazarse de un lado a otro sea infinitamente menor que antaño, tal y como sucede entre determinados valles de Hegoalde, hay matices que dan un carácter singular a cada zona, desde el propio euskalki (variedad dialectal) a los frontones de una sola pared.

En la costa, San Juan de Luz, con su gran arenal, calles repletas de comercios y visitantes buscando alpargatas y telas, sean en sus versiones más clásicas o de vivos colores.

Compartiendo bahía con el anterior, Zokoa, en cuyo perfil destaca el fuerte que vigila la entrada del mar desde 1624.

Algo más al norte, Biarritz, con sus playas y mansiones, destino costero de la nobleza europea desde principios del S. XIX.

El Tren de La Rhune, inaugurado en 1924, asciende cerca de 1.000 metros de desnivel por pronunciadas pendientes gracias al sistema de cremallera que lo mantiene unido a las vías. Una vez en la cumbre, las vistas tanto de la costa como del interior son excepcionales.

El núcleo principal de Sare, alberga la Iglesia de St. Martin, con su aspecto exterior robusto más propio de un baluarte, y las galerías adosadas a las paredes interiores para dar respuesta al aumento de feligreses del S. XVI. En el cementerio anexo encontramos alguna estela discoidal, que enraízan con creencias precristianas, en las que se adoraba entre otros, al sol.

Ezpeleta (Espelette en francés) es conocido por sus pimientos rojos y estos son parte de la decoración de muchas de las fachadas de su bien cuidado caserío.

Estratégicamente ubicado, Donibane Garazi (Saint-Jean-Pied de Port) ha visto crecer y fortalecer su muralla y ciudadela, esta última revisada y replanteada por Vauban, ingeniero militar reconocido tanto por el diseño de estas fortalezas como por la capacidad de conquistarlas. Es Donibane punto de partida para muchos peregrinos, en una etapa anterior a Orreaga (Roncesvalles). En sus calles, viviendas que han visto pasar los siglos, concretamente una construida en 1510, y la Prison des Eveques, hoy convertida en museo.

Al sureste, desde aquí, un paseo que va remontando Olhadoko erreka, nos lleva hasta la Pasarela de Holtzarte, con sus 50 metros de largo suspendidos sobre una estrecha garganta a 150 metros. Construida en 1920 para acceder más fácilmente a ciertos recursos forestales, fue reconstruida en 2010.

A las gargantas de Kakueta llega una gran cantidad de agua. En los años cincuenta un grupo de espeleólogos buscando el origen de ésta, dieron con una sima de más de 300 metros en su vertical, y tras varias campañas lograron descender por ella y avanzar 3 km siguiendo el cauce de un rio subterráneo, llegando a una sala que supusieron inmensa, a pesar de no disponer de los medios para verificarlo. Hoy se puede llegar caminado con facilidad por un túnel de 600 metros, y ver la gran bóveda de hasta 250 metros de diámetro y cerca de 200 de altura, un volumen equivalente a más de diez veces la Catedral de Notre Dame de Paris. Muy cerca del punto de partida para visitar la cueva, la Iglesia de Sainte Engrâce y su cementerio con antiquísimas estelas discoidales.

Hacia el norte, L'Hôpital-Saint-Blaise, enclave íntimamente ligado al Camino de Santiago.

En la región de Nueva Aquitania, Navarrenx, otra plaza fuertemente amurallada con bastiones en su ciudadela, y seleccionado como uno de Les Plus Beaux Villages de France.

Por último, Sauveterre-de-Béarn, con el arco y la torre de su Pont de la Légende, que resistieron a una violenta inundación en 1732. Según la leyenda en 1170 una reina fue sometida al "Juicio del agua", arrojándola al rio desde él atada de pies y manos, y en vez de ahogarse, su cuerpo fue depositado por las aguas sano y salvo en la orilla. Hoy son jóvenes los que voluntariamente se lanzan desde su torre desafiando leyes no divinas, pero ampliamente consensuadas, como la de la gravedad.